El principi del final

El principi del final

divendres, 10 de juny del 2022

Una anécdota con mucha vida.

Una de las cosas que mas me caracterizan es que mi alrededor, es muy variado. Mis amigas mas cercanas, son super diferentes entre ellas. Incluso, mi familia es muy diferente entre sí. La paterna de la materna, por ejemplo. El caso, es que lo que, si es cierto, es que mi alrededor, la familia que una elije, lo hace siguiendo unos criterios y/o necesidades. Por ejemplo, yo necesito admirar a mis amigas. Y a todas y cada una de ellas, las admiro por algo. El caso, es que no siempre puedes verte con ellas, llegas a una edad en que cada una hace su vida, tiene su trabajo esclavizante o no, sus aficiones y su familia y cada vez mas se convierte en una odisea intentar coincidir. Pero lo hacemos. Nos acabamos poniendo de acuerdo y sincronizamos agendas. Hacemos esfuerzos cada X tiempo y acabamos viéndonos. Y la cosa, es que claro, siempre es con hora de quedada, pero nunca de marcha porque con lo que cotorreamos poniéndonos al día… Además, todo empieza por explicarnos mierdas, ¿sabes? En plan: dramas. Luego risas, cosas buenas, logros y tal... y finalmente cosas totalmente innecesarias. Supongo que esto lo apoya las birras/vinos que nos vamos tomando. Pues bien, el otro día quedo con una de mis mejores amigas, que la adoro precisamente por lo bruta y bestia que es hablando. No es mi vocabulario ni mucho menos me gusta para mí, pero de verdad, que hablando con ella SIEMPRE acabo llorando de la risa. Es como una mezcla entre lo exagerado, el vocabulario empleado y los gestos. Tremendo. Así que decidimos quedar y ponernos al día, pues ni recordábamos la de tiempo que hacia que no nos veíamos, ¿meses? Me empieza a explicar mejor lo que le paso en el trabajo, del que la despidieron de mala manera, todas las cosas que vivió con los compañeros, jefes, etc. Algo que ya conocía por encima porque el contacto nunca lo hemos perdido, y siempre nos vamos explicando por audios y/o WhatsApps pero es en persona cuando te explayas. Vamos a resumir el tema como lamentable. Asqueroso. Multinacionales explotadoras que te dejan en la estacada en cuanto pueden. Yo también, le explico mi no-vida que llevo en invierno, trabajar y estudiar en bucle un día y otro y que lo peor no es eso, es aguantar a la gente. Bien sea de la Uni, del trabajo… Me dejan tan cansada que me están volviendo antisocial. Una vez acabamos con los dramas, me enseña fotos de como le ha quedado el piso que se compraron, hablamos de como invertir el dinero que ha recibido últimamente, proyectos futuros que tiene de volver a estudiar, de cuantas ganas tengo de examinarme del First, de que al fin me encuentro en la parte final después de 6 años, de que ahora vivo en el centro, mas lejos de ella pero mejor situada para todo, nos enseñamos fotos de nuestras mascotas orgullosísimas, nos contamos anécdotas familiares, con su pareja, con mis citas… Y mientras, pues vamos tomando cervezas. Y una, y otra y otra. Ya empezaron las risas, ya se fue el sol hace rato, así que como no distinguimos entre las 20 y las 23 seguimos en la terraza, fumando, bebiendo, riendo. Y llega EL MOMENTO. Ese momento que me deja traspuesta. Ella en su línea y con toda la confianza que corresponde a una amistad de 34 años de los 35 que tenemos, porque nuestras madres nos dejaban en la misma guardería para ir a trabajar, aunque no lo recordemos, levanta levemente el culo de la silla y se tira un pedo. No me lo podía creer. Ella venga a reírse, y venga, y venga. Yo, pasmada, evidentemente me acabo partiendo de verla llorar de la risa. Pero lo mas fuerte de todo, es que me recordó muy fuertemente a una persona de mi familia que lo lleva haciendo toda la vida y que siempre le he reclamado que era la única persona que conocía que hacía eso. En lugar de disimular un peo, hacerlo ver. Hacerlo notar, ¿sabes? Y acompañarlo con el movimiento para que, o suene mas o en caso de que no suene, lo vea venir. Ella me empezó a explicar que hay que dejar ir los aires, que es algo saludable, que hay que acompañarlos, que además el gesto sale solo. Yo, por una parte, anonadada total, pensando en mi familiar y explicándole la de broncas que le había echado a lo largo de mi vida cuando hacia eso, pensando que era la única persona del mundo, asimilando que no, que existía mas gente que lo hacía. Ella, explicándome anécdotas no solo suyas, sino de sus familiares que también lo hacían…total, que nos acabaron echando del bar porque cerraban, y nosotras, corriendo en pleno invierno hacia casa, porque hasta que no nos levantamos de la silla, no nos dimos cuenta del frio que hacía y de las horas que nos habíamos pasado allí sentadas. Hablando. Riendo. Poniéndonos al día. Y mira tú, que tarde más tonta hemos echado y cuanta vida me ha dado. He recargado pilas. He llorado de la risa. Ya puedo seguir con mi rutina, y cada vez que recuerdo la anécdota riéndome sola me encuentro. Esta anécdota es para tí amiga. Que se que te vas a reconocer en cuanto la leas. ;)

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